En esta semana que se extingue, la chimenea más vista y
visitada del mundo fue la del Vaticano, que al final el humo blanco que
expulsaba esa chimenea significó para los católicos tener un nuevo Papa, y para
sorpresa de todos no fue Italiano ni Brasileño (como algunos expertos
vaticinaban), sino, un Argentino, un Papa latinoamericano (por primera vez en
la historia), un arzobispo llamado Jorge Mario Bergoglio, que acaba de adoptar
el nombre de Papa Francisco, en homenaje al 'santo pobre', San Francisco de
Asís, y al 'santo misionero', el destacado miembro de la Compañía de Jesús, San
Francisco Javier.
Bueno, el nombre adoptado le cae como anillo al dedo, ya que
según cuentan los que lo conocen, es una persona austera que viaja en autobús,
que vive en un pequeño departamento y que incluso prepara sus propios
alimentos. Pero hay un tema que ha tratado de ensombrecer su nombramiento: que
habría delatado a los curas jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics en tiempos
de la dictadura de Jorge Rafael Videla
entre 1976 y 1981 (lee aquí la acusación y cómo se defiende el actual Papa). De
los dos curas (Orlando Yorio y Francisco Jalics), en la actualidad sólo uno
vive (Francisco Jalics), y ha escrito una nota en alemán (http://www.jesuiten.org/aktuelles/details/article/erklarung-von-pater-franz-jalics-sj.html)
sobre su secuestro durante la dictadura argentina, que a continuación te lo
dejaré traducido para que saques tus propias conclusiones:
Viví en Buenos Aires a partir de 1957. En el año 1974,
movido por el deseo interior de vivir el Evangelio y de llamar la atención
sobre la espantosa pobreza, con los permisos del arzobispo Aramburu y del
entonces provincial Jorge Mario Bergoglio, me mudé junto a un hermano de la
orden a una ‘favela’, un barrio miseria de la ciudad. Desde allí continuamos
dando clase en la universidad.
En la situación de entonces, análoga a la guerra civil, la
Junta Militar mató a unas 30.000 personas, guerrilleros de izquierda o civiles
inocentes. Los dos de la villa de emergencia no manteníamos contacto ni con la
Junta ni con los guerrilleros. Debido a la escasez de información de entonces y
también por culpa de informaciones deliberadamente falsas, nuestra situación
fue malinterpretada, también dentro de la Iglesia. En aquel tiempo perdimos el
contacto con uno de nuestros colaboradores laicos que se sumó a las
guerrillas. Cuando fue hecho prisionero
e interrogado por los soldados de la junta nueve meses más tarde, éstos se
enteraron de que tuvo relación con nosotros. Pensando que también teníamos algo
que ver con la guerrilla, nos detuvieron. El oficial que dirigió los cinco días
de interrogatorios nos dejó con las palabras: “Padres, no han sido culpables y
me aseguraré de que puedan regresar a su barrio pobre”. A pesar de esta promesa
y de forma para nosotros inexplicable, nos mantuvieron en prisión durante cinco
meses, atados y con los ojos vendados. No puedo pronunciarme sobre el papel del
padre Bergoglio en aquellos hechos.
Tras nuestra liberación abandoné Argentina. Sólo años más
tarde tuve oportunidad de hablar sobre los sucesos con el padre Bergoglio, que
para entonces ya era arzobispo de Buenos Aires. Después oficiamos juntos una
misa abierta y nos abrazamos de forma solemne. Yo me he reconciliado con los
hechos y, por mi parte, los doy por cerrados.
Le deseo al papa Francisco la bendición abundante de Dios
para su cargo.
---FIN---
Nota: Según su biografía oficial online, Jalics padre fue
candidato a un oficial en Alemania en 1944 cuando, a la edad de 17 años, tuvo
una experiencia religiosa profunda durante el bombardeo de Nuremberg. Volvió a
Hungría, de acuerdo con la biografía, pero se vio obligado a abandonar
"bajo la presión del gobierno comunista". Continuó sus estudios en
Alemania, Chile y Argentina.
Jalics padre es un
autor y da ejercicios espirituales en los retiros en Alemania y en el
extranjero. Actualmente se encuentra en un retiro espiritual en Hungría y no
pudieron ser contactados directamente.
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